Carro
Imagínate estar en una animada fiesta mexicana, con las manos llenas de tacos, enchiladas, mole poblano que desprende su aroma picante y una margarita que promete hacer bailar a tu lengua. Sin embargo, ¿alguna vez te preguntaste de dónde provienen estas deliciosas maravillas? ¡Espera un momento, amigo! Porque estamos a punto de emprender un viaje en la máquina del tiempo a base de tacos que nos llevará de regreso a las raíces picantes y ácidas de los platos tradicionales de fiesta mexicanos. ¡Mentes y papilas gustativas, prepárense para ser tentados y taqueados!
El poderoso taco, nombre familiar de la cocina mexicana en todo el mundo, tiene un origen más humilde de lo que su fama podría sugerir. Lo crea o no, este delicioso carnaval de sabores que se come con la mano se remonta a los antiguos aztecas, donde todo comenzó con el maíz (llamado ingeniosamente "maíz mexicano en la hornilla").
Los aztecas consideraban al maíz un cereal sagrado e incluso lo incluían en su mitología. ¡Imagina tu pan de maíz con un toque de divinidad! Hacían "tortillas" planas y redondas con masa de maíz, que luego envolvían en carne o verduras, creando el "taco" que conocemos y amamos hoy.
Sin embargo, no solo las manos humanas comían estas delicias aztecas. Incluso se decía que a las águilas mascotas de Moctezuma se les servía el almuerzo en tortillas estilo taco. ¿No nos parece una buena idea darse un festín como un pájaro real?
Pasando las páginas de la crónica culinaria mexicana, llegamos al capítulo denominado “Enchiladas”, el delicioso paquete de alegría, que literalmente significa ‘sazonado con chile’.
Las raíces de este delicioso rollo se remontan también a la época precolonial, lo que lo convierte en otro plato que ha sobrevivido triunfalmente al paso del tiempo. Originalmente, era una simple tortilla de maíz mojada en salsa de chile; imagínese una especie de papas fritas con salsa, solo que un poco más sofisticada y sin residuos.
La humilde enchilada evolucionó con el tiempo. Se arremangó y encapsuló una variedad de ingredientes: carnes, queso, frijoles y todos los sabores de un carnaval mexicano.
En nuestro viaje de exploración gastronómica festiva, nos espera la cautivadora historia del mole poblano, la salsa rica, oscura y maravillosamente compleja que representa bien la reputación "picante" de la cocina mexicana. Leyenda o tradición, el origen del mole poblano es tan picante como el plato en sí.
Se dice que fue una invención frenética de las monjas del Convento de Santa Rosa en Puebla en el siglo XVI. Una visita sorpresa de un arzobispo de alto rango supuestamente desencadenó la frenética creación culinaria. Bajo presión, las monjas mezclaron un poco de todo lo que tenían en la despensa: chiles, nueces, tortillas, chocolate. ¡Y listo, nació el mole poblano! ¡Una bendición literal disfrazada de un arzobispo visitante!
Ahora bien, ¿qué sería de una fiesta festiva sin el elixir mexicano, la margarita? Un sorbo de este cóctel es como una minifiesta en la boca, una fiesta dirigida por la estrella de rock que es el tequila, por supuesto. Pero, ¿alguna vez has probado una margarita y has contemplado la magia de la mezcla detrás de su origen? Pues abróchate el cinturón para un embriagador viaje hacia su creación.
Todo comienza y tal vez hasta termina con una mujer. ¡Ups, queríamos decir margarita en español! Se rumorea que esta icónica poción para fiestas fue creada para una mujer llamada Margarita que era alérgica a todas las bebidas alcohólicas excepto al tequila. En un intento de disimular el fuerte sabor a agave, un barman agregó lima y sal, y lo sirvió maravillosamente con hielo. Y voilá, nació la Margarita. Entonces, la próxima vez que levantes tu Margarita para hacer un brindis, agradécele a Margarita por su paladar exigente y a ese barman innovador.
Pasemos a la sección de guarniciones de la comida de fiesta y arrodillémonos ante el rey cremoso: ¡el guacamole! Imagínese: una cucharada de guacamole en su taco o una tortilla crujiente mojada en esa delicia verde. No es de extrañar que el nombre “guacamole” reciba su nombre del dialecto azteca que se traduce como “salsa de aguacate”; ¡es prácticamente una corona verde en su comida festiva!
Su historia es tan verde como el plato: se remonta al siglo XVI, cuando los aztecas machacaban aguacates maduros, los mezclaban con tomates y sal, creando una versión primitiva del guacamole que tanto nos gusta hoy. ¡Un aguacate al día realmente nos mantiene alejados del aburrimiento!
La siguiente parada de nuestro recorrido culinario es un plato que, sin duda, es la comida más patriótica de México: los chiles en nogada. Con los colores de la bandera mexicana, este plato es todo lo que un plato de fiesta debería ser: colorido, sabroso y rico en historia.
Según la leyenda, unas monjas mexicanas prepararon este platillo para honrar la visita del primer emperador de México, Agustín de Iturbide, después de la independencia. Usaron ingredientes locales que representaban los colores de la recién formada bandera mexicana: el verde de los chiles poblanos, el blanco de la cremosa salsa de nueces y el rojo de las semillas de granada. ¡Hará que tus papilas gustativas canten el himno nacional mexicano en cada bocado!
Ahora que estás a mitad de camino en nuestra máquina del tiempo, no te aflojes el cinturón todavía. Todavía tenemos un baile de salsa de sabores esperándote en nuestra esquiva exploración gastronómica. Sin embargo, la próxima vez que te deleites con estos platos, recuerda sus fascinantes orígenes y vuelve a contar las historias. ¡Quién diría que la historia podía ser tan deliciosa!
Ponte el sombrero de explorador, vamos a emprender un viaje hacia las fascinantes raíces del plato más reconfortante: el pozole. Esta aromática y caldosa maravilla puede ser el cálido abrazo que necesitas después de una animada fiesta, ¡pero tiene un pasado tan rico como sus sabores! El nombre Pozole, que se traduce como "maíz molido", tiene sus raíces (al igual que nuestros apetitos) enterradas profundamente en la antigua tradición azteca.
Originalmente un plato ceremonial, se creía que el pozole era una creación divina, literalmente hecho por los dioses. Esperemos que nuestra próxima comida traiga bendiciones similares, ¿no? El pozole de hoy incluye maíz molido con abundante carne, chiles y una guarnición de lechuga rallada, chiles, rábano, cebolla, limón y orégano. ¿Quién hubiera pensado que un plato de sopa podía transmitir una lección de historia?
Ahora bien, ¿qué sería de un festín sin un clímax cubierto de azúcar? Aquí es donde entran en escena los churros, esa delicia dulce y con sabor a canela que ha hecho babear a las papilas gustativas de todo el mundo. Aunque son una comida callejera popular en México, los churros conllevan un bagaje de controversia en torno a sus orígenes que es casi tan rico como su sabor.
¿Son españoles? ¿Son portugueses? ¿O los antiguos aztecas predijeron un futuro en el que la masa frita espolvoreada con azúcar estaría de moda? Quizás nunca lo sepamos, pero lo que es seguro es que es difícil, si no imposible, resistirse a esta delicia crujiente cuando se combina con chocolate caliente, un dúo tradicional mexicano de salsas que resulta adictivo y atractivo.
Las fiestas mexicanas son todo un espectáculo, pero no son solo la decoración colorida, la música animada y el buen humor los que ocupan el centro del escenario. El centro de atención suele brillar con más fuerza en las galaxias culinarias dentro del universo de las fiestas. Después de todo, son las fajitas chispeantes, las enchiladas picantes, las margaritas ácidas, el guacamole cremoso y, por supuesto, esos deliciosos churros los que hacen que la gente vuelva a probar una segunda y tercera ración.
Así que, la próxima vez que te prepares para una fiesta temática mexicana o asistas a una, recuerda que el menú incluye mucho más que delicias de buen gusto. Cada plato que saboreas lleva consigo un trocito de historia, un relato de creación y siglos de refinamiento. No se trata simplemente de comida, sino de una narración comestible. Cuando sirves esa margarita o das un mordisco a ese suculento taco, no solo estás comiendo, sino que estás participando en un viaje culinario histórico. ¡Y es un viaje delicioso!
Pero por ahora, la fiesta ha terminado y debemos decir adiós. Pero no se preocupen, las historias del picante reino de la cocina mexicana están lejos de agotarse. Estén atentos para más historias culinarias, risas y exquisiteces. Hasta entonces, sigan comiendo, sigan explorando y recuerden siempre el querido dicho mexicano: "Barriga llena, corazón contento".
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